Introducción

El agua que consumimos procede de los mares, como consecuencia del ciclo natural que tiene su origen en la evaporación  paulatina de aquellos, que acarrea los fenómenos atmosféricos que origina la posterior precipitación de ese vapor de agua de distintas maneras. Dichas precipitaciones son las que nutren a ríos, embalses, y en general todos los mecanismos que la naturaleza y el hombre poseen para la captación y conducción de aguas superficiales. Así mismo, estas precipitaciones surten a los acuíferos subterráneos, por medio de la filtración, constituyendo así una verdadera "despensa" de aguas subterráneas.

No obstante, durante todo el ciclo, el agua sufre diversas alteraciones: por ejemplo, el agua de lluvia se ve afectada por lo contaminación atmosférica, y en su recorrido también puede ser alterado su contenido en CO2, que es una de las sustancias que contribuyen a aumentar su acidez. Por otro lado, las aguas ácidas disuelven las rocas de composición más básica, llevando los solutos de éstas.

Vemos pues, que el agua captada ha de ser tratada antes de su consumo, dado el gran número de alteraciones que puede sufrir la misma, que afectan a su composición y potabilidad. En el presente capítulo vamos a estudiar la composición de las aguas en general, su potabilización, los procesos de tratamiento y, sobre todo, los problemas que se pueden originar a la hora de su canalización.

 

Composición del agua

Como se ha comentado en la introducción, el agua que proviene de los distintos fenómenos meteorológicos, debido a su propio ciclo, va adquiriendo en su composición multitud de sustancias que la contaminan y determinan sus principales características fisicoquímicas. Algunas de estas sustancias pueden tener resultar beneficiosas e incluso imprescindibles (según la concentración presente) para que animales y plantas pueden realizar muchas de sus funciones biológicas.

Los elementos en suspensión son aquellos que no son solubles en el agua, tienen un tamaño suficientemente pequeño para ser transportadas por ésta (sino, sedimentarían), y pueden ser de origen mineral (disolución de rocas), u orgánico. Con ellos, el agua adquiere turbidez, que sea mayor cuanta más concentración de dichos elementos tenga.

Si nos referíamos a los elementos en suspensión como insolubles en agua, hay que atender ahora a aquellos elementos que no lo son, de manera que alteran directamente la composición del agua. Este tipo de sustancias intervienen, pues, directamente en las propiedades químicas del agua, carbonato, nitratos, gases, e incluso sulfuros, especialmente sulfuro de hidrógeno, que , como veremos más adelante, puede conferir al agua, si su concentración es excesiva, el típico sabor y olor a huevos podridos que posee dicho compuesto.

Por último, el agua puede contiene también elementos con vida. Nos referimos a todos los tipos de microorganismos que constituyen el denominado plancton. pueden ser de origen animal o vegetal, debiendo distinguirse para el primero de los casos dos grupos, diferenciados por sus efectos, ya que hay microorganismos animales que son beneficiosos, o al menos no perniciosos para la vida de animales y plantas, y otros fundamentalmente transmisores de enfermedades infecciosas, que pueden perjudicar muy seriamente la salud.